Me gusta fotografear a los niños. Muchos pensarían (y están en lo correcto) que es difícil. Pocas veces están quietos y siempre en ellos existe esa inevitable necesidad de desear experimentar lo desconocido. Por lo tanto, corren, brincan, toman riesgos, se caen, se raspan, lloran, pero lo olvidan y siguen buscando ser felices. Esos son los niños. Simples, instintivos, emocionales, dependientes.
Dependientes. Sí, dependientes. Me recuerda a la posición en la que Dios espera que estemos delante de Él. Como niños. No, no lloriqueando, ni pataleando porque no se nos cumplió aquel capricho. Sino como un bebé que depende y descansa en los brazos de su padre porque sabe que nada malo le pasará; que aún a través de problemas y situaciones adversas, Él estará cuidando de él. Un niño que no se preocupa, que confía y que reposa en su Padre al saber ni dudar que Su poder es eterno.
Esa es la clase de niña que yo quiero ser. Seamos esa clase de niños.
Feliz 30/04 atrasado.
Karla Lozano
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